Papá:
Dicen que no se nace sabiendo ser padre y también que no se termina de conocer a las personas nunca, y no hay mejor acierto en esas palabras que el vivo ejemplo sobre nosotros.
¡Sabes! No te juzgo porque sé que tuviste una vida dura, una infancia marcada por el machismo y estas acostumbrado a otra época, a otras cosas, a otro tipo de mundo, pero las personas cambian, la vida sigue y las nuevas generaciones son diferentes, y es ahí cuando termino por sorprenderme cuando te veo y ahora eres y actúas como un completo desconocido conmigo pues dejé de conocerte el día en que te dije que estaba enamorado de un chico. Ese día preferiste darme la espalda, dejar de ser un excelente padre y convertirte en tan solo silencio y uno que otro murmuro en los rincones de la casa, una sombra… un fantasma. Me has hecho sentir incómodo, me contestas con enfado y me miras con cierta rabia cuando antes me abrazabas, hablabas conmigo y me decías lo mucho que me querías y lo orgulloso que estabas.
Es cruel saber que después de todo lo que viviste y te marcó, en vez de tratar de ponerte en mis zapatos solo me dejes a la deriva. Si ya de por sí es duro lidiar con la crítica, los comentarios fuertes y despectivos y el señalamiento de la gente, lo es más aún sabiendo que en tu propia casa al parecer ya no te quieren.
Yo te amo padre y siempre te amaré, soy y seguiré siendo el mismo hijo al que criaste con amor y enseñaste lo bueno del mundo a pesar de todo lo que te puede destruir allá afuera, y aunque es irónico que sea adentro, en mi núcleo familiar que seas tú quien me esté haciendo pedazos yo siempre te amaré, porque aunque para ti pueda parecer que te he decepcionado es cuando estoy más orgulloso de mí y no por ser lo que soy, sino por la persona de bien en la que me he convertido y la que me inculcaste a ser.
No te miento tuve miedo de decírtelo porque temía que eso nos distanciara, pero creí en tu buen corazón y en los años de gran aprendizaje que la vida te ha dado, pero me equivoqué y aunque sé que en algún lugar dentro de ti está ese padre que tanto necesito te daré tiempo para que comprendas que sigo siendo el mismo, que mi preferencia sexual no me define y que la religión que tanto ha marcado a una comunidad tan marginada como la nuestra durante cientos de años, hoy en día y curiosamente ha unido a millones de familias que han decidido quitarse la venda de los ojos, apoyar y amar a sus hijos por igual al seguir sus corazones a través del maravilloso sentimiento del amor.
Así que padre, tómate tu tiempo. No te pido que sea hoy o mañana, no te pido que me apoyes o incluso que me aceptes, pero sí que me respetes, que respetes mi vida y la forma en cómo la quiero llevar. No pedí nacer en un mundo en el que la sociedad te odia y mata tan solo por amar, pero sin duda volvería elegir ser tu hijo porque gracias a ti es que soy fuerte, porque gracias a ti es que conozco la bondad, la alegría y la compasión, así que si algún día quieres hablarme de nuevo y volver a sonreírme, abrazarme y decirme que me amas yo estaré más que agradecido, estaré feliz de que finalmente hayas entendido que el valor de cada persona se encuentra en lo que lleva por dentro y no en lo que hace o deja de hacer con su exterior. Que lo que nos hace únicos, es la valentía de enfrentarnos a nuestros propios miedos e inseguridades, y, principalmente; que lo que nos hace seres humanos es la capacidad de amar a los demás sin importar el cómo piensen, sean, luzcan, su preferencia sexual, ni lo que lleven o no entre las piernas.
Te amo padre, siempre serás el mejor, el único, el grande. Mi mayor inspiración y el mejor hombre en mi vida.