¿Lo siento? No, por supuesto que te no te mereces saber que lo siento por haberme marchado sin decir adiós. Ojalá pudiese expresar todo mi sentir en palabras, pero nunca terminaría de hacerlo, eso no pasaría porque, además de que es tan indescriptible la revolución de emociones, es muy pronunciada la agonía con la que poco a poco todo se vino abajo.
Es cierto que una relación es de dos, pero en la nuestra fuimos muchos, empezando por tu ego, tus inseguridades, tu falta de experiencia y el deseo de buscar solución entre la gente, los amigos y tu familia cuando debiste estar conmigo. Debiste estar ahí hablando, encontrando soluciones, abrazándome, haciendo el amor.
Sí, definitivamente fuimos muchos en un lugar donde debió reinar la empatía y el apoyo, la comprensión y la complicidad. Dejaste que tus demonios se comieran todo lo bueno que hubo, todo lo bello que existió entre nosotros, incluyéndome a mí. Me hiciste una persona indigna de alegría porque siempre me alejaste, me hiciste a un lado, aunque hubo destellos en los que casi pude entrar. Comprendí que querer entenderte se volvió mi única misión estando a tu lado cuando yo quería vivir con plenitud de nuestro encuentro.
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Quise ayudarte, lo hice no una sino decenas de veces y cuando dejé de hacerlo ni siquiera lo notaste. Solo encontraste en mí a alguien desdichado y triste, alguien enojado contra ti de todo y por todo lo que tuve que soportar esperando que abrieras los ojos. Hice más de lo que pude hacer por alguien, pero jamás dejé de hacer algo por mí.
El amor no lo es todo, pero te pierdes en él. El amor puede ser bello y mágico, pero también una carga muy dolorosa cuando deja de percibirse como un sentimiento de vida. El amor se vuelve turbio y frío y a veces hace de las personas seres idiotas que piensan que el amor es seguro cuando lo han perdido desde hace tiempo.
Así que, a ti, idiota testarudo, te dejo con el recuerdo de mí porque sé que es lo único que te puedo dejar. Ten por seguro que no te dejo y no es un abandono, me retiro con la dignidad de alguien a quien tú sacaste de tu vida desde hace tiempo. Me voy no herido ni llorando, me voy como me viste llegar algún día, en paz y tranquilo porque a pesar de todo el haberte amado como te amo jamás impidió que dejara de amarme a mí mismo.
¡Hasta nunca y hasta siempre! Que seas muy feliz con mi recuerdo que a diario te dirá de manera sublime lo tonto que fuiste cuando sea mi ausencia la que te cale hasta los huesos.